Por César Addario Soljancic* en forbescentroamerica
En países como El Salvador, estos envíos superan el 20 % de su Producto Interno Burot (PIB).
Un reciente informe del Banco Mundial ha confirmado lo que ya se ha venido evidenciando en las últimas décadas: las remesas familiares, esos envíos de dinero que hacen hacia sus países de origen los ciudadanos que han migrado a otras naciones, continúan oxigenando a las economías latinoamericanas.
Este año, esa cuota de oxígeno constituye además un impulso adicional para la recuperación de las economías de la región, fuertemente golpeadas por la crisis generada por la pandemia del COVID-19, y aún luchando por levantar tanto sus aparatos productivos como sus músculos fiscales.
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Segón el Banco Mundial, “se estima que en 2021 las remesas a los países de ingreso bajo y mediano registran un sólido crecimiento del 7.3 % para alcanzar los US$589,000 millones”. Estas cifras superan las previsiones que se tenía anteriormente. De hecho, pese a la crisis global de 2020 por el inicio de la pandemia, las remesas cayeron únicamente un 1.7 %, según detalla la institución multilateral.
De hecho, en los países de ingreso bajo y medio, el flujo de remesas supera a la inversión extranjera directa (IED) y la asistencia externa para el desarrollo combinadas, de modo que son un pilar para los hogares que con ellas cubren gastos básicos como alimentación, salud y la educación, principalmente en momentos de dificultades económicas.
Michal Rutkowski, director Mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Protección Social y Trabajo del Banco Mundial, destacó durante la presentación del estudio que estos flujos de remesas familiares han sido un complemento fundamental de los programas públicos de transferencia de efectivo para ayudar a las familias que enfrentan dificultades económicas durante la crisis de la COVID-19.
Gobiernos como el de El Salvador optaron por tomar medidas de emergencia como la entrega de bonos en efectivo a las familias de menor ingreso, afectadas por los cierres económicos y las cuarentenas ordenadas para tratar de frenar los contagios en la primera mitad de 2020. Cientos de miles de salvadoreños recibieron un bono de US$300 que luego ya sido complementado con la entrega periódica de canastas alimentarias a gran parte de la población.
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