Los vientos de octubre se adelantaron para julio para los fundadores de este proyecto que reúne títulos a la medida de los chicos que, sin embargo, terminan por ser un deleite para todo tipo de lectores.
Dos escritores salvadoreños y una escritora e ilustradora española están detrás de Barrilete, la primera editorial dedicada a la literatura para niños y jóvenes en el país.
Inspirados en el poema Barrilete –escrito por Claudia Lars–, los cuscatlecos Alberto Pocasangre (director editor) y la salvadoreña Guadalupe Castellanos (directora editorial) junto con la española Eli Landa (directora de imágenes con más de dos décadas en el país) trabajaron casi dos años para echar la cometa al viento que finalmente en 2019 despegó y empieza a volar alto.
Actualmente, la editorial cuenta con siete libros: El muro, ¿Dónde van los que se van?, La vieja Virginia, La extraña enfermedad de Manuel, Raúl el astrónomo, Los cuentos perdidos de animales extintos y Lo que mi padre trajo de Ucrania.
Los títulos están distribuidos en seis colecciones, todas intencionalmente relacionadas con el barrilete: Pincelada al viento, Alegre verano, Diamante de colores, Danzarín al aire, Vientos de octubre y Papalote revoltoso.
Los autores para esta colección 2019, además de Pocasangre, Castellanos y Landa, son Jorgelina Cerritos y Moisés Saca (17 años). Para 2020, la lista será ampliada y ya está avanzada. Clásicos Roxsil es el encargado de distribuir los libros en El Salvador y el mundo.
¿Por qué escribir para estos lectores?
Su experiencia como maestros y sus constantes viajes fuera del país siempre en el entorno literario permitieron a Pocasangre y Castellanos entender la necesidad de lectura que existe en los niños y jóvenes y reconocer que, en general, hay un «boom» para la literatura infantil y eso fue un primer argumento para crear la editorial.
«Nos dimos cuenta acá en el país de que la única manera de lograr hacer cultura por este lado no es con los adultos, sino formando lectores. Esto se logra desde una edad temprana», asegura Alberto.
Otro punto es que en El Salvador hay excelentes autores, pero siempre están publicando en otros países porque «no se potencia ese talento», reconoce. Él mismo es un gran maestre en cuento, con tres premios de los Juegos Florales en su currículum y sin ningún libro publicado en El Salvador y sí en Sudamérica. «Vimos que ahí había un nicho y había que aprovecharlo», resaltó.
Siempre en esta línea, Jorgelina Cerritos, autora de La vieja Virginia, libro que ganó el Premio Nacional de Poesía Infantil en 2004, tampoco había sido publicada.
Finalmente, se trata de una especie de «desnutrición literaria» que alguien debe atender. «A un niño, si tiene hambre le puedo dar golosinas, pero por esa misma hambre le puedo dar algo saludable. (Depende de mí) si le doy algo que le quitará las ganas en el momentito o algo que lo alimente intelectualmente y lo nutra», establece Guadalupe.
«Hay un ‘boom’ en este momento para la literatura infantil. No podemos pretender que vayan a la escuela y lean algo y ya grandes sean lectores por voluntad propia».
«Soy director de un colegio y escucho a otros colegas y me preguntan: ¿Autores salvadoreños? En las editoriales hay mucho, pero de afuera, no se potencia el escritor salvadoreño. Vimos que había un nicho ahí también».