La bailarina Alicia Alonso, cuyo verdadero nombre era Alicia Ernestina de la Caridad Martínez del Hoyo, ha fallecido este jueves en un hospital de La Habana en el que había ingresado horas antes por una bajada de tensión arterial muy fuerte, según ha podido confirmar este periódico.
En diciembre habría cumplido 99 años. Y ambas se empeñaron en bailar lo que pudieron del siglo XXI, un camino que fue desde el esplendor a mediados los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado a la extraña crisis actual, un tiempo en el que se las mira a veces con distancia y, a veces, tristemente, ignorando su grandeza. Nacida el 21 de diciembre de 1920 en el cuartel de Columbia de La Habana, donde su padre ejercía de oficial de intendencia y caballería, Alicia, a quien llamaban en la intimidad Hunguita o Hunga , viajó con su hermana mayor a España, donde aprendió a tocar las castañuelas y los rudimentos de las danzas españolas durante una estancia de su familia en el sur de la Península, donde pasó por Cádiz y Jerez de la Frontera. Apareció en Broadway en los musicales Great Lady y Stars In Your Eyes e hizo su primera gira con el Ballet Caravan ese mismo año, encarnando su primer papel protagónico en Billy the Kid, de Eugene Loring, ballet con argumento del lejano Oeste.
En esa temprana época neoyorquina, entre 1943 y 1945, fue operada en dos ocasiones de los ojos y tuvo que guardar reposo. Desde un principio, los médicos le dijeron que debía dejar la danza si quería conservar algo de visión. Bailó con todos los destacados partenaires masculinos de su tiempo, aunque su inseparable pareja hasta 1960 fue Igor Youskevitch, con el que llegó a tener una complicidad escénica legendaria. Su obra Ensayo sinfónico se representó en La Habana.
Creó Lydia , El pillete , Narciso y Eco , La carta , El circo , Génesis y Misión Korad , este último título inspirado en la ciencia ficción y los viajes interestelares. Volvió sobre el tema mitológico con Muerte de Narciso y coreografió, entre otros ballets, Dido abandonada y La flauta mágica, sobre la recuperada música de Riccardo Drigo . A partir de 1960 y mientras las relaciones entre Cuba y Estados Unidos lo permitieron, Alonso dividió su tiempo entre Nueva York y La Habana. Después de dejar el ABT, entre 1955 y 1959 apareció como estrella invitada del Ballet Russe de Monte Carlo, donde Boris Romanov coreografió para ella el papel de Colombina en Harlequinade.
Invitada a la URSS
Alonso fue una de las primeras bailarinas occidentales invitada a bailar en el Teatro Kirov de Leningrado y el Teatro Bolshói de Moscú en plena Guerra Fría, desde diciembre de 1957 a febrero de 1958, donde interpretó Giselle y Lago de los cisnes. Al no regresar a EE UU, encontró compañero en Azari Plisetski , que posteriormente fue sustituido por Jorge Esquivel, con quien bailó Giselle.