Su discapacidad física no es obtáculo para Jaime que recorre calles empedradas y veredas para asistir a clases

El menor gatea a diario más de dos kilómetros para llegar a su centro escolar. Usa guantes y rodilleras para protejerse de las piedras. Quiere trabajar en un banco cuando sea mayor.

parálisis cerebral

A Jaime Osmín Pérez Luna, de 16 años, le detectaron, cuando tenía 3 meses de nacido, parálisis cerebral, lo que provoca que no tenga fuerza en sus piernas y no pueda mantener el equilibrio, por lo que debe de gatear para desplazarse.

Sin embargo, a pesar de su padecimiento, el adolescente aspira a su superación personal, y a pesar de su empeño por estudiar, el principal obstáculo que ha enfrentado para cumplir sus sueños ha sido la pobreza. Su familia se gana el sustento diario a través de la agricultura, en el caserío Colón, del cantón Agua Blanca, en Cacaopera, Morazán.

«Mi mayor deseo es poder ir a la escuela sin tener que arrastrarme. Mi pasión es el estudio y ya puedo leer y cuando esté más grande quiero trabajar en un banco y poder ayudar a mi mamá y hermanos para que ellos ya no trabajen y yo pueda mantenerlos», expresó Jaime, luego de regresar de la escuela.

Jaime cursa segundo grado en el Centro Escolar Colón, ubicado a más de dos kilómetros de su vivienda. El día de Jaime comienza a las 5:30 de la mañana cuando se despierta y se alista para ir a estudiar. El adolescente sale de su casa a las 6:15, ya que a las 7:15 de la mañana cierran el portón de la escuela.

Cansancio. Aunque el trayecto hacia la escuela es largo, Jaime lo hace a diario sin quejarse, pero su madre afirma que cuando regresa al mediodía siempre llega muy cansado, pero contento.

Jaime debe de gatear por una hora hasta llegar al centro educativo y el mismo trayecto recorre al mediodía para retornar a su vivienda.

«Él no deja de ir a la escuela. Hace unos días estaba lloviendo y a 800 metros de la casa había una lodazal, y yo le dije que por eso no iba a ir, porque no había paso, pues cuando yo me fui a trabajar, dice la vecina, que solo escuchó que él le dijo adiós y así se fue para la escuela. Él dice que no es lo mismo ir (a estudiar) a que le pasen los apuntes», comentó Matías Luna, madre de Jaime.

Según el estudiantes, su mayor sueño es poder tener una silla de ruedas eléctrica, para desplazarse solo sin depender de nadie, ya que vive con sus hermanos y mamá, quienes salen desde temprano a trabajar y no lo pueden ir a dejar a la escuela.

«Mis hijos trabajan y yo también, es por eso que solo se va para la escuela, ya que nosotros no lo podemos ir a dejar. Le regalaron una silla de ruedas, pero solo la usa cuando mis hijos no van a trabajar, ya que sólo así lo pueden ir a dejar porque hay que empujarlo», contó Matías.

Jaime expresa que su sueño es seguir preparándose académicamente, pero no cuenta con los recursos económicos para que su familia pueda costearle los gastos y alimentación.

Según los profesores de Jaime, él es muy bueno aprendiendo y le pone mucha dedicación al estudio. El adolescente aprendió a leer, escribir y sumar en el centro escolar, a pesar de no tener las condiciones para un estudiante con este tipo de discapacidad.

El joven comenzó a ir al kínder cuando tenía siete años, luego dejó de estudiar por problemas económicos de su familia.

Cuando cumplió 14 años volvió a la escuela y sueña con pasar a tercer grado. «Con un compañero estamos ahorrando una cora ($0.25) todos los días para poder comprar mi silla de ruedas (eléctrica) «, comentó Jaime con emoción.

Jaime y su familia desean que personas altruistas puedan ayudarles a comprarle la silla de ruedas eléctrica, así como con víveres o un trabajo estable.

«Si alguien nos quiere ayudar me pueden llamar al 7216-3001 mi hijo y yo estaremos muy agradecidos», manifestó la madre del adolescente.

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